Dos semanas después de dar a luz empecé a darme cuenta de que había algo que no cuadraba en mi hija. Dormía muy poco, estaba siempre atenta a todo, con las piernas y los brazos en movimiento constantemente. Solían decirme cuando iba con ella por la calle que estaba muy espabilada y yo siempre contestaba "no sabe usted cuánto".
Necesitaba siempre estar en brazos, conseguías dormirla después de un buen rato meciéndola y al dejarla en la cuna saltaba como un resorte, pero yo lo veía como algo normal, es un bebé, lleva 9 meses dentro de un útero calentito, ¿cómo no va a querer ahora sentirse arropada?.
Tuvimos que aguantar (al igual que seguimos haciendo ahora) que buena parte de la familia nos advirtiera de lo peligroso que era acostumbrarla a estar en brazos. Sin embargo, lo que más me preocupaba no era su necesidad de contacto. Lo que me preocupaban de verdad eran sus pocas horas de sueño. Si con 1 mes un bebé debía dormir 18 horas, mi hija dormía 10 como muchísimo. Fue entonces cuando buscando información acerca de qué podía pasarle a un bebé para no dormir, me encontré con la etiqueta de alta demanda. Y fue como una revelación. Mi hija cumplía con casi todo lo que contaban de alta demanda, desde el momento en que nació. Realmente me supuso alivio saber que eso existía y que no era resultado de algo que estuviéramos haciendo mal como padres.
Conocer este concepto me ayudó a no demonizar a mi hija ni demonizarme a mí como madre, y poder aceptar entonces ciertos comportamientos.
Pasaron los meses y nos fuimos adaptando la una a la otra. Pero como todo, los bebés no son personas rutinarias ni estables. Con su crecimiento constante van cambiando sus hábitos (y eso que mi hija no ha tenido ninguno fijo aún, ni para comer ni para dormir) y lo que ayer servía, hoy ya no vale de nada.
Así, ahora que ella tiene 5 meses y medio, he vuelto a leer sobre alta demanda porque sus conductas ya no son las de un bebé recién nacido. Al ser más mayor, su comportamiento demandante cambia y hace que me vuelva a agobiar, que nos agobiemos los dos, su padre y yo.
Sigue durmiendo muy poco, incluso cuando se la ve agotada, y por las noches se despierta tantas veces que ya ni las cuento. Es muy curiosa, le entretiene cualquier cosa, pero 2 minutos, pasado este tiempo, patalea y se queja para que la presentes un nuevo estímulo. Acabamos poniendo música a cada rato, saltando, agitándola (sí, la encanta), llevándola en la mochila, llevándola en el carrito, volviéndola a llevar en la mochila... Y así nos pasamos el día, agotados todos.
No me gustan las etiquetas, aunque creo que son prácticas, porque facilitan la comprensión y la adaptación a situaciones que si no supiéramos nombrar, nos resultarían imposibles de afrontar. No obstante, tengo mis dudas:
- ¿Acaso no todos los bebés se entretienen poco tiempo con las cosas?
- ¿No será que están sobreestimadas las horas que debería dormir un bebé?
- ¿No me faltará algo a mí como madre para que mi hija esté tranquila?
Al final, me resisto a "creerme" que exista esa etiqueta y acabo pensando que algo hago mal (¡que original!).
Me apetece escribir más sobre esto, porque me gustaría conocer más opiniones de otros padres y madres. Es cierto, que de los que conozco, la mayoría duermen más y son más tranquilos...
Seguiremos con el tema...
Y tú, ¿Crees en la existencia de la alta demanda? ¿Habías oído hablar de ella?
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