Desde que ha nacido nuestro bebé ha pasado mucho tiempo en nuestros brazos, los de sus padres. Y también ha pasado parte del tiempo en brazos de otras personas, familiares o amigos, que llenos de ternura y cariño han querido sostenerles y hacerles alguna carantoña.
Esto no parecía importar al bebé, que tan plácidamente se encontraba con unos y con otros. Eso sí, siempre con una ligera preferencia por su madre, como es normal.
Sin embargo, conforme crecen y aprenden que existe el otro, entendiendo al otro como una persona independiente, que va y viene y que no está unido a él en absoluto, empiezan a suceder una serie de fenómenos que como madres, nos preocupan.
- Cuando antes se encontraba feliz en brazos de su abuela, ahora todo son llantos y pucheros.
- En la consulta del médico, la enfermera podía pesarle y medirle y no había problemas, ahora derrepente, es verla y ponerse a gritar como si la mataran.
- Yendo de paseo la gente se acerca y le dice monerías, y en lugar de sonreír como antes, ahora estalla entre lágrimas y sollozos.
¿Qué está pasando? ¿Se ha vuelto un asocial? ¿Ya no es tan simpática/o como antes? ¿Le estoy educando mal? ¿Tiene mamitis?(esta última hace que la sangre se me ponga en ebullición).
No, no le pasa nada. Al menos no le pasa nada malo.
Nuestro tierno bebé aprendió a sonreír pronto. Es una capacidad innata que hace que socialmente sean acogidos y que su supervivencia, que depende de que los demás se apiaden de ellos porque por sí solos no pueden hacer nada, no se vea en peligro. Sin embargo, al sonreír tan pronto nos malacostumbró. Nos malcrió, que tanto les gusta a algunos utilizar esa palabra.
Nos dio a entender que era simpática/o y alegre, que le caía bien todo el mundo y que se relacionaba fenomenal.
Pero entendimos mal, porque la sonrisa aparece pronto, si, pero más tarde, aparecen otras capacidades que hacen que esa sonrisa comience a ser selectiva. Como ocurre después cuando somos adultos.
Una de esas capacidades, como comentaba, es descubrir al otro. Ese otro es diferente a su vez de otros "otros", por lo que es capaz de distinguir a su madre de su padre, a sus abuelos, a sus hermanos, y a gente que no conoce de absolutamente nada.
Y además de aprender este importante concepto interpersonal, aparece una emoción, que si bien existe prácticamente desde que nacemos, a la mitad del primer año se hace más intensa: el miedo.
Si unimos este miedo al hecho de que son capaces de diferenciar cuándo están con personas conocidas, o personas con las que han desarrollado un vínculo de apego, es decir, de confianza, de cuando están con desconocidos, la reacción está clara: no quieren estar con aquellos que no les proporcionan seguridad ni confianza. Es lo más lógico del mundo.
A este hecho se le denomina en psicología angustia ante el extraño y es un proceso completamente normal e indicativo de que el bebé ha desarrollado un apego seguro (sano) con sus cuidadores principales (normalmente los padres).
"Pero si mi bebé llora incluso cuando estoy yo delante, solo por que le hable otra persona...".
Tenemos que ponernos en su piel, que no recordamos, pero ahí estuvimos también. Ellos no saben si aunque te estén viendo en ese momento, ese extraño les va a coger, o tú te vas a ir y les vas a dejar a solas. Conforme crezcan lo irán entendiendo, irán viviendo situaciones similares y podrán predecir mejor lo que va a suceder en base a experiencias pasadas. Pero para ello, habrá primeras experiencias en las que llorarán y gritarán porque pasarán miedo.
Lo que hay que saber de la angustia ante el extraño:
- Es un proceso normal, de hecho es indicativo de un vínculo sano con los cuidadores.
- Como proceso normal no hay que hacer nada con él.
- No se debe obligar al bebé a estar con otras personas para que "se acostumbre". En caso de tener que dejarle, como por ejemplo en la guardería o con un familiar, lo mejor es hacerlo de forma paulatina, para que la adaptación sea posible.
- Cuando el bebé muestre la angustia debemos permanecer a su lado, calmarle con cariño y explicarle la situación: "mamá o papá están aquí contigo, no pasa nada, es una persona que no conoces pero estás con nosotros y no te quiere hacer nada malo..." lo que cada uno considere para transmitir confianza a sus hijos.
- No es una forma de "mamitis", "papitis", "bebé mal acostumbrado..." es lo normal y sano. Está demostrado que los bebés que a determinada edad siguen mostrando apego indiscriminado a cualquier persona sea conocida o no, no poseen un vínculo adecuado y pueden desarrollar problemas emocionales o conductuales en un futuro.
- La edad frecuente de aparición está establecida en 8 meses. Sin embargo, como en todo lo que tiene que ver con el desarrollo, hay niños que lo mostrarán antes y otros que más tarde. En nuestro caso por ejemplo, la pequecosas empezó a extrañar a los 3 meses...ahora con 6 va bastante mejor, porque ha aprendido a reconocer a ciertos familiares. Sin embargo con desconocidos completos, sigue mostrando la misma angustia.
He dedicado escribir este post porque muchas personas me dicen que mi hija solo quiere estar con su padre y su madre, como si fuera algo malo, que tenemos que acostumbrarla a estar con más gente.
Claro que tiene que acostumbrarse a estar con más gente, vive en sociedad, pero no por ello debe acostumbrarse y estar feliz. Para acostumbrarse tendrá que pasar por esta etapa e incluso cuando crezca, puede estar acostumbrada y aún así no gustarle nada estar con extraños.
¿O acaso de adultos nos sentimos a gusto cuando estamos en un ascensor con desconocidos?
La angustia ante el extraño, ese gran desconocido... Y en realidad algo tan normal y necesario como tan bien lo has contado. Es una fase por la que tienen que pasar en su evolución. Y no eso que tanto oímos de que los tenemos enmadrados o malcriados y por eso lloran con otros o los rechazan
ResponderEliminar